Jesuitas España

La conversión de Ignacio no fue algo instantáneo, sino un proceso de vivencias interiores que el santo tuvo que descifrar y que le llevaron a descubrir la acción de Dios y a responderle, dejándose transformar, enseñar por el mismo Señor. Un proceso largo, lento, agitado, doloroso y liberador que no pone fin a la conversión, sino que es el inicio de una conversión continua que alcanza hasta los momentos más elevados de la vida mística de Ignacio.

Comienza su conversión en Loyola, a partir de una experiencia personal de apertura profunda a Alguien que irrumpe en su interior por entre los ensueños de su corazón. Lo decisivo no fue percibir los movimientos interiores, sino descifrar su procedencia. La conversión empieza, pues, por la iniciativa de Dios. El mismo se referirá a esa experiencia como primera iniciación en el discernimiento.

El cambio operado en su interior le pone en movimiento hacia Tierra Santa, pero antes deberá realizar su reconciliación eclesial y reestructurar su vida cristiana. Es en Montserrat donde la lleva a cabo en una larga confesión general que “sacramentaliza” su conversión.

Providencialmente la peregrinación a Tierra Santa se demora y su estancia en Manresa se alarga. Y ahí va a recibir junto al río Cardoner la mayor iluminación de su vida con una transformación tan grande que le marcará el futuro. En esta tercera etapa se completa el proceso propiamente dicho de la conversión. No se trata de un cambio de dirección de la vida, ni de la comunión eclesial, sino de un cambio entero de la persona, de una integración de la totalidad de la persona en la orientación de la vida hacia Dios, pero en el mundo.

Pero su conversión no concluye aquí. En su Diario espiritual se nos revela el nivel de unión con Dios de Ignacio y a la vez su conciencia de pequeñez y de necesidad de conversión. Desde ese punto de vista puede decirse que en Ignacio se da conversión en toda la vida, conversión continua, una expresión del “más” que caracteriza la espiritualidad nacida de los Ejercicios.

La conversión de Ignacio es por tanto gradual, tiene momentos diversos. Un momento es el cambio de rumbo, otro la integración y la transformación de la persona entera y otro tiempo, extendido a lo largo de la vida, es una constante actitud de búsqueda de Dios.

*Resumen del artículo de Josep M. Rambla Blanch SJ publicado en la revista Manresa (Vol 93, 2021, pp. 213-325).